martes, 31 de enero de 2012

Piedras cantarinas en la luna

Después del descanso reparador del largo viaje, encaramos temprano hacia Incahuasi. No bien salimos, Rolando sugirió primero ir al Pómez. Le comentamos de nuestra entrada en la víspera y nos recordó que en el verano puneño el viento comienza a soplar todas las tardes a las 17 hs. y que al levantar las areniscas uno se ciega y no ve el camino, que para apreciar el Campo de Piedra Pómez y como juega el sol con él, había que ir tempranito. Cosas del que sabe.
El Campo se encuentra a 3.600 msnm, es de roca volcánica blanca, rodeada por médanos y volcanes y tiene unos 25 km de largo por 10 de ancho, y una gran vista al volcán Carachi Pampa. Se produjo a partir de una explosión estrato-volcánico (tipo Pliniana), sus cenizas y escorias se esparcieron en extensas áreas, formando rocas que al desgasificarse dejaron una gran cantidad de orificios, lo que la hace sumamente liviana y fácil de tallar por los vientos áridos y abrasivos de la puna. El paisaje resultante es de laberintos blancos, dunas, y un relleno del campo tan prolijo que lo llaman cancha (quechua), y que nace en la cordillera de San Buenaventura.
La pómez se formó cuando por el desarrollo de una presión interna mayor que la litostática en el reservorio magmático del volcán, se conecto con la superficie produciendo una descompresión casi instantánea, debido al agua y su alto volumen específico. La violenta descompresión produjo inmediatamente una fase vapor que se separa del fundido y forma burbujas. Si la presión interna de las burbujas no es suficiente para fracturar los tabiques de magma que las separan, el material se denomina espuma.

La piedra pómez, común en los volcanes con composiciones intermedias a ácidas, es un ejemplo de una espuma congelada. Tras la erupción del Complejo Volcánico Cerro Blanco, hubo un primer ciclo denominado Ignimbritas Campo de la Piedra Pómez (leí a Arnosio, 2005). Cuando la parte inferior de la columna eruptiva ya no pudo elevarse por el peso de los materiales, ésta colapso. La masa gaseosa cargada con las partículas sólidas descendió por las laderas del volcán en forma vertiginosa, con flujos horizontales de diferentes densidades debido a la variación en la proporción de gases (consulte la publicación de Simpson, 1997).




En consecuencia, se forman rocas mucho más livianas de lo que uno puede imaginarse debido a sus inumerables y pequeñas oquedades que dan lugar a piedras “cantarinas”, hacia las cuales fuimos guiados y pronto estábamos golpeando piedra por piedra para descubrir sonidos.

Había aprendido -mal- que en la naturaleza no hay líneas rectas, pero al menos si aprendí a diferenciar los distintos flujos, observese las diferentes densidades y colores.
Rolando es nacido en las entrañas de El Peñón. Conocedor de todos los caminos, contador de todas las historias. El que de ser un niño arriero, de criarse en esos parajes desolados, vio las posibilidades del turismo y no se amilanó. Su utopía consiste en que los jóvenes trabajen atendiendo las necesidades de los turistas, haciendo lo que saben hacer, andar por sus tierras, enseñando (los empresarios si vieron y entendieron sus propuestas, y acuden regularmente a él). No perdió ocasión para despacharse con unas coplas. Estábamos en la Puna. Pachamama se manifiesta de inescrutables formas, y Rolando, hijo de los pueblos originarios, sabía comunicarse.





Mientras nosotros, tomábamos fotos y más fotos.

martes, 24 de enero de 2012

Coca y alcohol pal ánimu

Comenzamos un descenso continuo entre curvas y más curvas hasta que un cartel apareció en la lejanía indicándonos que la cuesta llegaba a su fin. Tras pasar unas sierras se abrió una inmensa planicie que a nuestra izquierda proponía otros caminos. Las huellas apenas sugeridas (las coordenadas son 26°48´45 y 66°46’23 O.), llevan a un salar (algunos la llaman Salinas Grandes), que me hubiera gustado transitar, así como ver de cerca unos corrales de piedra en un pequeño cerro (3223 mts. Mientras que la ruta esta a 3207 msnm). Pero, nuestro destino era otro.
 

Superamos la entrada a la Reserva Biosfera Laguna Blanca (en el km. 130), a los píes de la montaña de igual nombre, con su pico nevado (5963 mts) aún en verano. Fue creada en 1979 y contiene los ecosistemas Puna y Altos Andes (3200 a 5500 msnm). La época apropiada para visitarla es entre octubre y noviembre, cuando al turista se le permite participar en la captura y esquila de vicuñas; o sería lindo entrar el 1ro. de agosto, cuando se realiza la corpachada. Los terrenos en donde se establecieron las oficinas fueron donados por el ya mentado Indalecio Pachado, a principios de los ´80, y en 1983, el estado expropió las tierras en donde se encuentra hoy la comunidad de Laguna Blanca, aún hoy propiedad de la familia Gutierrez.
Mientras veíamos lo precario del marcado de la antigua ruta, comenzamos la trepada hacia Pasto Ventura (puede verse otra nota en  Pasto Ventura ). Esta vega se encuentra por arriba de los 4000 msnm, y pastan en ella ovejas, burros y llamas domesticadas con adornos de lanas rojas. En la cuesta del portezuelo de Pasto Ventura (km 180), puede verse una apacheta, un ofrendatorio de piedra a la Pachamama, y el paso se abre hacia una meseta altiplánica árida, con rellenos volcánicos. Al descender la cuesta se marcha por una planicie por unos 15 km, y al pié de la siguiente serranía, se encuentra El Peñón (km 195), nuestro querido caserío de adobe bajo la sombras de álamos.
Seguimos al Campo de Piedra Pómez para ver cómo se manejaba allí y de paso probar el GPS nuevo. Solo huellas sobre las cenizas volcánicas, pequeñas piedritas redondeadas muy ligeras (se usan en la construcción como aislante y por ser muy livianas). Las huellas comenzaron a diversificarse y a mostrarnos posibles destinos, como el volcán Carachi Pampa, por ejemplo, que le da el nombre a este extenso valle. Una cava hecha por el hombre nos mostró que era posible retener agua pese a las porosidades del piso.


Casi avistamos al mismo tiempo los sugerentes torbellinos de arena que se acercaban creciendo en el horizonte, y no lo dudamos, raudamente emprendimos el regreso a la ruta. Pachamama pareciera recelar de nosotros y pretendió asustarnos, cosa que logró holgadamente. Después de todo, podía ser que se hubiera quedado con hambre (aunque agosto y la corpachada ya había pasado) y el viento suele ser canibal. Pronto se nos presentó nuestro destino: El Peñon y su maravillosa gente. Me puse muy contento cuando mis sobrinos comenzaron a intervenir dirigiendo la atención a que nada alteraba lo liso, la (¿plan o calv?)icie, lo pelado del paisaje; sólo al ver la foto me dí cuenta de la sabandijada.
Nos alojamos en la Hostería Municipal (teléfono 011- 525 48762, atendida por José Liquin. Ahora es de gestión privada), y fuimos a visitar a nuestro amigo Rolando Felix Liquin, quien accedió a llevarnos a las minas de Incahuasi, por lo que nos fuimos a dormir soñando con el nuevo destino. Por las dudas,mascamos coca y tomamos alcohol por si Pachamama nos había soplado el ánimu.
Me dormi pensando en la inmensidad de aquella cancha.

jueves, 19 de enero de 2012

Entre Yerba Buena y Randolfo

Viajamos con las Sierras de Hualfin hacia el este por 20 km., pasamos por la Cuesta de Indalecio Pachado (un terrateniente cuya familia sigue viviendo en el lugar), superamos El Bolsón, Barranca Larga, precipicios y vegas muy verdes, y Los Nacimientos de San Antonio (Km. 95), en donde había un campamento de vialidad.


Este año no había "barritos" peligrosos, el camino estaba más amigable e ncluso, unos arrieros humanizaron el paisaje. Unos borricos, se encargaron de orientarnos sobre el camino.

                               Entre trepadas y planicies, pasamos por Río Cura Quebrada, Los Morteritos; nos encontramos con un paraíso, un cuidado y florido jardín, además pasamos por ríos de nombres....que nos llevaron a una interesante charla (que ya no recordamos).
 Que impactante es la quebrada de Randolfo y la cuesta de igual nombre, por la que se asciende por arriba de los 3200 metros en inquietantes zigzags. En 1972 se instaló en Belén la delegación de Vialidad Nacional, que construyó diferentes tramos de la Ruta Nacional 40 y el camino a Antofagasta de la Sierra. A Randolfo Carrizo, su primer delegado, homenajea el nombre de la Quebrada.


El trazado anterior era muy peligroso y en la actualidad el paso se encuentra cerrado al tránsito, pero como me gustaría hacerlo caminando. Por las dudas, tomé las coordenadas (26°53'15.38 y 66°44'22.99  O) de la trepada y el punto en que se une con el trazado nuevo (26°51'18.51 y 66°45'10.02)


La Cuesta de Randolfo presenta la particularidad de dunas amarillentas que despertaron al atleta oculto en mí. El desafío era practicar sandboard en dunas de arena que les faltaban la playa y el mar. Y allí fui.

 
Como olvidamos llevar las tablas, no pudieron tomar las escenas esperadas pero igual nos sacamos el gusto. Recogimos algunas piedras interesantes, vimos que la vida es hermosa en todas partes, y seguimos haciendo lo que somos: viajeros.
Por el camino habíamos cumplimos con algunos recados, ya que los lugareños suelen enviar paquetes a sus familiares o a las personas que trabajan en el mantenimiento vial. Nuevas trepadas, nuevas planicies, más áridez.
La puna se nos presentaba generosa.