miércoles, 18 de enero de 2012

Kakanchik nos lleva a Villavil

Después de disfrutar del tránsito por una pintura cantada y sorprenderme, siempre, por los criterios estéticos de la naturaleza, llegamos a la ciudad en donde nos reabastecimos. Estaba en nuestros planes ir a Andalgalá por el valle pero no teníamos claro la ruta y conociendo de los infinitos caminos sin salida, decidimos no arriesgar y encarar hacia el sur. Tomamos la R 38 al sur para rodear el Ambato, superamos Huillapima (a unos 20 km.), y Chumbicha, antes de encontrarnos nuevamente con la R 60 y girar al norte. Al llegar al desvío con la R 46, otra vez a decidir: juguetones, los dioses se hicieron notar con forma de... tormenta al norte. Decidimos, otra vez, no enojar a Kakanchik (dios de las tormentas diaguitas/kakanes), por lo que desistimos de conocer Andalgalá (al menos por ahora) y seguimos hacia Aimogasta.

 
Nos reencontramos con la tan antigua como mágicamente hermosa ruta 40 y la sorpresa, en el cartel un calco de La Corta, el negocio de Gladys y Carlitos Renoldi ( El Loco ). Desde allí, pusimos rumbo a Londres, y a buscar provisiones en un almacén que nos recordaba a El Shinkal. Nos encontramos con calles de prolija cartelería pero sin nombres orientadores por lo que curiosos, le preguntamos a una señora que justo resultó ser opositora al intendente local. De lo que dijo, solo tomaremos la parte en que señaló que el intendente no conoce ni el nombre de la calle de Londres, el resto, parecieron ser merecidos improperios.
 








Un paso por el río, esta vez casi seco, que se interponía en el camino, y  luego ya en Belén, nos alojamos en un departamento muy equipado y económico pero sin protecciones para los ronquidos familiares, por lo que en aquella noche, hubo un duelo sin igual. El cansancio acumulado hizo lo suyo y dormimos plenamente. Llevabamos recorrido 1635 km.



Comenzamos el día a las 12 hs., cargamos combustible extra en los bidones acondicionados para ello, y pusimos rumbo a El Eje. Bordeando el río Belén, disfrutamos la quebrada, superamos la Puerta de San José, dejamos la R 40 para seguir la R 43 y sus encantos. Cuzamos el río Villavil y nos fuimos derechito a una termas escondidas, de uso casi exclusivo de los lugareños ya que en el lugar solo hay dos piezas de adobe con techo de carrizal que filtra el sol. En un ambiente fresco, nos dimos un merecido baño de aguas termales a temperatura soportablemente calientes que fluyen desde el piso que consta en un lecho de piedras muilticolores, y que descargan sus aguas aceitosas en el río.
Barranca Larga. ¡Allá vamos!




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