martes, 24 de enero de 2012

Coca y alcohol pal ánimu

Comenzamos un descenso continuo entre curvas y más curvas hasta que un cartel apareció en la lejanía indicándonos que la cuesta llegaba a su fin. Tras pasar unas sierras se abrió una inmensa planicie que a nuestra izquierda proponía otros caminos. Las huellas apenas sugeridas (las coordenadas son 26°48´45 y 66°46’23 O.), llevan a un salar (algunos la llaman Salinas Grandes), que me hubiera gustado transitar, así como ver de cerca unos corrales de piedra en un pequeño cerro (3223 mts. Mientras que la ruta esta a 3207 msnm). Pero, nuestro destino era otro.
 

Superamos la entrada a la Reserva Biosfera Laguna Blanca (en el km. 130), a los píes de la montaña de igual nombre, con su pico nevado (5963 mts) aún en verano. Fue creada en 1979 y contiene los ecosistemas Puna y Altos Andes (3200 a 5500 msnm). La época apropiada para visitarla es entre octubre y noviembre, cuando al turista se le permite participar en la captura y esquila de vicuñas; o sería lindo entrar el 1ro. de agosto, cuando se realiza la corpachada. Los terrenos en donde se establecieron las oficinas fueron donados por el ya mentado Indalecio Pachado, a principios de los ´80, y en 1983, el estado expropió las tierras en donde se encuentra hoy la comunidad de Laguna Blanca, aún hoy propiedad de la familia Gutierrez.
Mientras veíamos lo precario del marcado de la antigua ruta, comenzamos la trepada hacia Pasto Ventura (puede verse otra nota en  Pasto Ventura ). Esta vega se encuentra por arriba de los 4000 msnm, y pastan en ella ovejas, burros y llamas domesticadas con adornos de lanas rojas. En la cuesta del portezuelo de Pasto Ventura (km 180), puede verse una apacheta, un ofrendatorio de piedra a la Pachamama, y el paso se abre hacia una meseta altiplánica árida, con rellenos volcánicos. Al descender la cuesta se marcha por una planicie por unos 15 km, y al pié de la siguiente serranía, se encuentra El Peñón (km 195), nuestro querido caserío de adobe bajo la sombras de álamos.
Seguimos al Campo de Piedra Pómez para ver cómo se manejaba allí y de paso probar el GPS nuevo. Solo huellas sobre las cenizas volcánicas, pequeñas piedritas redondeadas muy ligeras (se usan en la construcción como aislante y por ser muy livianas). Las huellas comenzaron a diversificarse y a mostrarnos posibles destinos, como el volcán Carachi Pampa, por ejemplo, que le da el nombre a este extenso valle. Una cava hecha por el hombre nos mostró que era posible retener agua pese a las porosidades del piso.


Casi avistamos al mismo tiempo los sugerentes torbellinos de arena que se acercaban creciendo en el horizonte, y no lo dudamos, raudamente emprendimos el regreso a la ruta. Pachamama pareciera recelar de nosotros y pretendió asustarnos, cosa que logró holgadamente. Después de todo, podía ser que se hubiera quedado con hambre (aunque agosto y la corpachada ya había pasado) y el viento suele ser canibal. Pronto se nos presentó nuestro destino: El Peñon y su maravillosa gente. Me puse muy contento cuando mis sobrinos comenzaron a intervenir dirigiendo la atención a que nada alteraba lo liso, la (¿plan o calv?)icie, lo pelado del paisaje; sólo al ver la foto me dí cuenta de la sabandijada.
Nos alojamos en la Hostería Municipal (teléfono 011- 525 48762, atendida por José Liquin. Ahora es de gestión privada), y fuimos a visitar a nuestro amigo Rolando Felix Liquin, quien accedió a llevarnos a las minas de Incahuasi, por lo que nos fuimos a dormir soñando con el nuevo destino. Por las dudas,mascamos coca y tomamos alcohol por si Pachamama nos había soplado el ánimu.
Me dormi pensando en la inmensidad de aquella cancha.

1 comentario:

  1. Juan Carlos, no conocía este blog. Lo voy a visitar despacito como los otros ya que es un placer leer tus espacios.

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